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La Psicología Jurídica y Forense en Argentina comenzó a consolidarse en la segunda mitad del siglo XX, influida por desarrollos internacionales y necesidades locales del sistema judicial.
En las décadas de 1960–1970 se inicia la incorporación de psicólogos en el ámbito judicial, especialmente en el fuero penal, con tareas vinculadas a peritajes y evaluación de imputabilidad. En la década de 1980, surgen los primeros programas de formación específica en psicología jurídica y forense, en universidades como la UBA y la Universidad Nacional de Córdoba. En la década de 1990 y en adelante:
Se amplía el campo hacia lo civil, laboral, familia y género.
Se crean equipos interdisciplinarios en juzgados y fiscalías.
Se institucionaliza la figura del perito psicólogo en el Poder Judicial.
En la actualidad, la psicología jurídica y forense se enseña como especialización en múltiples universidades. Existen asociaciones profesionales, congresos y publicaciones especializadas. Adicionalmente, se trabaja en protocolos de evaluación, matrices de riesgo, y criterios éticos para la práctica pericial.
Ámbitos de aplicación:
Evaluación de personas en condición de víctimas, imputadas, testigos y en contextos familiares.
Dictámenes periciales en causas penales, civiles, laborales, de familia, niñez y adolescencia.
Intervenciones en violencia de género, abuso infantil, y salud mental en contextos judiciales.


